En
un documento desempolvado por Idoate consta una lista de ciento sesenta
querellantes de lugares muy diversos que piden justicia por la marginación que
sufren a causa de su condición de agotes.
Entre
ellos aparecen, Mateo Olite y Carlos de Esteban, de Sos; Pedro Domínguez el
Viejo, Miguel Domínguez, y Raimundo Martín, de Uncastillo; Juan, Antonio y
Miguel Arnaldo y Beltrán, de Salvatierra; Arnaldo Sánchez y su hijo, de Ansó;
Bernardo Maxones, carpintero, y sus hijos, de Maxones; Juan Xinón y Guillermo
(a) Guillennet, de Villarreal; Juan Fuster, Miguel, su hijo, y Pedro Spes, de
Berdún; Juan Blanc, Juan, su hijo, y Juan de Margarita, de Berdún; Grada y sus
hijos, de Borau…
Es la primera noticia documental, o casi, que tengo de agotes entre nosotros.
Es la primera noticia documental, o casi, que tengo de agotes entre nosotros.
Claro
que ya sabíamos por el Espasa, que “los agotes viven en Navarra y,
principalmente, en el Baztán. Se les encuentra también en Pamplona, en Elizondo
y hasta en Jaca”.
Las
pistas orientaban hacia la diócesis de Jaca y allí es donde podemos descubrir
las dichosas puertas de agotes por todos los lados. Pero era necesario
documentar su presencia.
Sabíamos
de una disposición, hacia 1590, que exigía que el rector de la parroquia de
Ansó debía ser licenciado en teología “porque vienen muchos cristianos del
Bearne a Ansó para los santos oficios”.
Por
lo visto, había que filtrar toda posible entrada de esencias albigenses.
Pero
el archivo de Ansó ya no daba más de sí. Un poco más explícito era el de
Berdún, aunque no había ninguna alusión directa.
En
1571, el visitador manda “que se haya de cerrar o hacer cerrar a piedra calina
la puerta pequeña que está en la iglesia que sale a la calle so pena de cien
sueldos de sus propios bienes pagaderos”.
Esto
puede interpretarse como una medida para evitar la discriminación. Aunque
parece que debió de haber sus más y sus menos porque, cuatro años más tarde, en
1575, otro visitador manda que se haga “un portapaz de plata, honesto, y otro
de bronce”. Parece clara la intención.
También
se nos habla de que murió en el hospital Jacobo Bergés, serrador, extranjero y
pobre, y se le enterró en el cementerio de la iglesia.
Esto de “serrador” y “extranjero” da qué pensar, tanto más que por entonces se nos habla de un herrero llamado Figoli, napolitano. ¡No extranjero a secas!
¿Es que Bergés no es más aragonés que otra cosa?
Esto de “serrador” y “extranjero” da qué pensar, tanto más que por entonces se nos habla de un herrero llamado Figoli, napolitano. ¡No extranjero a secas!
¿Es que Bergés no es más aragonés que otra cosa?
También
sabemos que siglos después, en las guerras de sucesión, “los carlistas cogieron
las serrerías, pero no pudieron entrar en Berdún”.
Luego
éstas estaban fuera del pueblo, en donde se obligaba a los agotes a vivir y el
oficio es claro.
Los
libros parroquiales de Villarreal, Binués y Majones tampoco sacaban de dudas.
Parece como si hubiera existido una conspiración para hacer desaparecer todo
rastro de agotes en la documentación.
Tampoco
fue fructífera la investigación en Canfranc. Y eso que el apodo de sus gentes
ya no podía ser más explícito: en efecto, los llaman “cagotes”, con el nombre
exacto que reciben en el Bearne. Por cierto, que el nombre de “chistotes” que
también se les daba, podría enlazar con el de “La bal de Chistau”, en el lugar
de Plan. Lo dejo para los historiadores…
Como la documentación cerraba sus puertas, había que seguir otros derroteros.
Como la documentación cerraba sus puertas, había que seguir otros derroteros.
Un
paseo atento por las calles de Berdún me mostró escudos con signos esotéricos
curiosísimos, que algún día habría que estudiar. En Villarreal abundaban los
anagramas de JHS (Jesús), que podrían entenderse como un esfuerzo para pasar
por católicos.
En
Casa Carpintero -atención al oficio- también se veían signos extrañísimos.
Mi informador me aclaró que en esa casa habían sido siempre carpinteros.
En Salvatierra, además de los anagramas, en Casa Ramón Bueno aparecía un escudo netamente artesano, con un martillo, un yunque, unas tenazas…
Mi informador me aclaró que en esa casa habían sido siempre carpinteros.
En Salvatierra, además de los anagramas, en Casa Ramón Bueno aparecía un escudo netamente artesano, con un martillo, un yunque, unas tenazas…
Quedaba
la pista del traje. ¡Con qué ilusión se me ocurrió consultar a Jorge Puyo, -el
último hombre de calzón de Ansó-, si antiguamente se había prohibido a alguien,
en concreto a forasteros, vestir el traje ansotano como se había hecho en el
Roncal. ¡Qué feliz me hubiera hecho una respuesta afirmativa!.
Pero
no, nunca se prohibió a nadie. Es chocante, sin embargo, que en Jaca se
distinguiese claramente el traje de calzón y cachirulo que llevaban los
labradores, de de los artesanos, mucho más parecidos al navarro, hasta por la
boina.
También
es cierto que en Aragón, tanto en el caso de las brujas como en el de los
agotes, fuimos mucho más permisivos que los navarros.
En el siglo XVII Idoate localiza a numerosos agotes afincados en Aragón. Y ya venía de antiguo, pues el recibidor de Olite en el siglo XIV ya había conducido a varios de ellos a Sádaba.
Por agotar todas las pistas posibles, duro fue el trabajo de examinar la presencia de los apellidos que sabía que eran de agotes por los diferentes pueblos de la comarca. En Berdún, por ejemplo, aparecía en 1551 una tal María Maxones, apellido que sigue dándose en 1561 pero que luego desaparece, aunque reaparece en Villarreal en 1580, en donde también perduran los Accos hasta 1626. Los Fuster perseveran en Berdún hasta 1790.
En el siglo XVII Idoate localiza a numerosos agotes afincados en Aragón. Y ya venía de antiguo, pues el recibidor de Olite en el siglo XIV ya había conducido a varios de ellos a Sádaba.
Por agotar todas las pistas posibles, duro fue el trabajo de examinar la presencia de los apellidos que sabía que eran de agotes por los diferentes pueblos de la comarca. En Berdún, por ejemplo, aparecía en 1551 una tal María Maxones, apellido que sigue dándose en 1561 pero que luego desaparece, aunque reaparece en Villarreal en 1580, en donde también perduran los Accos hasta 1626. Los Fuster perseveran en Berdún hasta 1790.
Se
ve que en muchos casos iban cambiando de pueblo.
En
Biniés, aún existen Casa Fustero y Casa Margarita, aunque se haya perdido el
apellido.
Lo
más probable es que a la larga todos fueran a parar a Jaca y allí están o ya se
fusionaron con el resto de la población.
No
sé si tengo razón. Ni soy historiador ni lo pretendo. Mientras no me demuestren
lo contrario.
¡También
Agotes hemos tenido en nuestra tierra!.
Le felicito por el artículo de los agotes en Aragón, es un tema que levanta muchísima curiosidad. Un saludo
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